@r.maisha

lunes, 10 de septiembre de 2012

VILLEGAS O EL RETRATO DE UN MISÓGINO


FUENTE:http://lamansaguman.cl/2012/09/villegas-o-el-retrato-de-un-misogino/
El cuerpo de Reportajes de La Tercera, en su edición del 8 de septiembre, publica una columna de Fernando Villegas con este confuso título: “Mujeres al –en el– poder”. En ella apela a creer que el nombre Michelle tiene magneto de buena suerte, y se refiere en particular a Michelle Obama y a Michelle Bachelet. La primera con su palabra enciende los corazones alicaídos de los demócratas, y la segunda con su silencio mantiene la esperanza. A partir de estas referencias, Villegas escribe sobre la participación política de las mujeres y en su particular estilo (¡!) señala que están dentro y fuera de los gabinetes, en las marchas, en la guerrilla donde las hubiere, en las empresas. Para el columnista, “mientras nos dicen que “también son madres” y además tienen una mente más en sintonía con la inteligencia emocional, “vienen y cortan cabezas como en los mejores tiempos de Robespierre”. Dónde está el poder de las mujeres, se pregunta Villegas, y concluye que radica en una complementaria debilidad de los hombres: estos por una mujer son capaces de hipotecarlo todo; ellas en cambio no pierden jamás la cabeza por un hombre, al contrario, la mantienen fría “haciendo las debidas sumas y restas”.
La misoginia de algunos llega, como en el caso de Villegas, a grados superlativos y en su caso se agrega una buena cuota de ignorancia. El reconocimiento de la participación de las mujeres en la vida pública y política ha sido una larga batalla que se remonta a la propia revolución francesa, pero al revés de lo que dice el columnista, las guillotinadas fueron las que se atrevieron a alzar la voz exigiendo los mismos derechos que la modernidad prometía a los varones. Olympes de Gouges es el caso más evidente. El derecho al voto tiene también mártires; además de las que fueron encarceladas y torturadas, la inglesa Emily Davison perdió la vida en una acción política a favor de la demanda. En América Latina durante el siglo pasado son reiterados los casos de mujeres que fueron agredidas y difamadas por exigir y ejercer el derecho a participación. A las maestras normalistas las insultaban y escupían en la calle, y son conocidos también los casos de mujeres que llegaron por primera vez al Congreso y que tuvieron que hacer frente a la arrogancia y descalificación de los varones (recuerdo de María de la Cruz en Chile, entre otros). Convengamos, entonces, que las guillotinadas, literal y como metáfora, han sido las mujeres.
Villegas da a entender que el poder de las mujeres se mueve entre la manipulación y el cálculo. Si así fuera, ¿cómo se explica que en estas elecciones municipales –y nada pareciera que va a cambiar en las parlamentarias– haya menos mujeres candidatas que en años anteriores? Y esto aunque está demostrado en varios estudios que la población en Chile no tiene problema en elegir mujeres, es decir, que son incluso una buena apuesta electoral. La participación de las mujeres en este ámbito, como en tantos otros (baste ver las cúpulas partidarias o de los movimientos sociales distintos al estudiantil) funciona a pesar de los hombres que, como Villegas, no están dispuestos a revisar las construcciones machistas y patriarcales de la sociedad.
El titular verdadero para esta columna de Villegas, que es el retrato de un misógino, debe ser:  “Mujeres por fin al poder”

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